A pesar de las exóticas locaciones y la excelente cinematografía, "Perdidos en Tokio" es una película minimalista en su forma, pero profunda en su fondo. Las aventuras de la pareja protagonista son francamente mundanas e insípidas, pero por debajo de la frivolidad turística se desarrolla un fuerte lazo emocional entre ambos, que no se expresa con gran drama, sino con perfecta sutileza.
"Perdidos en Tokio" ofrece una combinación ideal de director y actores. Bill Murray ofrece un desempeño controlado y naturalista, que no ignora su gran sentido del humor, pero que tampoco lo reduce a un simple "payaso trágico". Por su parte, la joven Scarlett Johanssen es perfecta como la joven que apenas comienza el duro camino del matrimonio, y que encuentra en Murray una pareja no necesariamente romántica, sino simplemente comprensiva e igualmente conflictuada.
Por su parte, Sofía Coppola muestra un estilo fílmico muy personal. Sus decisiones de composición, edición y cinematografía contribuyen fluidamente al tono de la cinta, sin buscar llamar la atención ni lucir su técnica. En resumen, perfecto uso de las herramientas del cine como auxiliares narrativos, y no como un fin por sí mismos.
Es una película que nunca había oído hablar de ella, y en lo personal aunque es muy lenta, te deja muy claro lo que es un lugar y un no lugar, podemos ver como un lugar puede convertirse en un no lugar y viceversa, muy recomendable para el entendimiento de los lugares.
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